Un peso menos...

Ella, sentada frente a su computadora escribiendo una historia sin sentido, como esas palabras que venían desde la cocina. No eran gritos, si no con su voz normal su padre lanzaba esas palabras como dagas para el corazón de su madre. No entendía porque lo hacia, pero lo que mas le dolía era que no se las pronunciaba de frente, si no que utilizada como medio a su hija como una forma para que las escuche. Es triste que de una boca que puede dar fuerzas, aliento, salga tanto veneno, pensaba ella mientras que suspiraba.

Ya madre e hija estaban mas que acostumbradas a eso, ese día decía todas esas barbaridades que te hacían arder el pecho del dolor, y al otro te saludaba con un beso en la frente como si nada. Pero esa niña inocente, que de a golpes se dio cuenta de muchas cosas mucho mas rápido que sus compañeros, ella notaba esa diferencia, notaba esa madurez que se había formado en sus pensamientos de que ya no era mas una niña, con sus 15 años entendía y se callaba tantas cosas, se había tragado tantas palabras dirigidas a su padre por el simple hecho de que no tenia sentido, el no las escuchaba.

Ella esa noche se levanto del ordenador y se dirigió hasta donde se encontraba ese hombre que le había dado la vida, y le dijo todas las verdades que se había guardado hace tiempo, por mas que el se cerraba a ellas y para no escucharlas se iba como siempre hacia, ella lo perseguía persistente y sin querer callarse nada, ya no. Ella había entendido, que el guardarse las cosas no solucionaba nada, al contrario, empeoraba todo, porque no se ponía un alto a la situación.

Sentía como su peso se aliviaba con cada lagrima que rodaba por sus mejillas, sentía como de a poco su padre abría los ojos, como un signo que al fin había abierto su corazón y estaba escuchando cada palabra que salia de la boca de la joven, cada dolor relatado y cada miedo oculto. Cuando ya no hubo mas que decir, simplemente se dio la vuelta y dejo a un padre totalmente desorientado y sin saber como reaccionar, ella no miro atrás, pero en su mente se lo imagino parado, inmóvil, viendo como su pequeña niña se iba.

Mientras caminaba, se daba cuenta que el peso del miedo, la angustia de tantos años desaprecian, dejándola liviana, y así se sentía ella, LIBRE! ya no mas amargura, ya no mas palabras cayadas, YA NO!